
Dice Ernesto Sábato: bailes enmascarados, verdades que no se animarían a confesar a cara descubierta. También los grandes carnavales de otros tiempos, eran como un vómito colectivo, algo esencialmente sano, algo que los dejaba aptos para soportar nuevamente la vida. Para sobrellevar la existencia. Y hasta he llegado a pensar que si Dios existe, está enmascarado.
Coincido plenamente, en medio siglo he vivido carnavales maravillosos donde la gente concurría a la calle Ignacio de la Rosa a ver las comparsas, los carruajes, mascaritas, alegría cuando por unas horas se apagaba la perplejidad de la existencia para darle paso a la libertad de que mostráramos realmente lo que somos. Las chayas eran balsámicas y ese conjunto de sensaciones con los bailes de carnaval nos divertía el alma, se apagaban los tormentos y la vida se volvía encanto perfumado de albahaca y chicha.
Todos éramos felices, porque se alegraban nuestros niños, volvían las risas con la frescura del agua bendita y gratuita que brotaba desde el manantial vernáculo de la originalidad sanjuanina. Mujeres hermosas mostrando sus formidables cuerpos bailaban en los corzos; teatralizaciones con sentido del humor, la chispa y el ingenio de la creatividad original. Ráfagas de felicidad efímeras que se fueron apagando con el tiempo porque desapareció la vecindad, la caja boba nos quitó la calle y los espectáculos propios, nuestros. Y el carrusel que mostraba los frutos benditos de nuestros departamentos, de aquel San Juan florido cuya euforia no se amilanaba ni ante las grandes tragedias de los terremotos.
Dónde quedó ese tiempo feliz?…. quien se robó la sangre y transpiración feliz de mi pueblo?…que marea nos dejó este naufragio de ausencia con calles vacías, secas, sin agua, sin chaya, sin ganas ni ganas de tener ganas!!!!!.
Hoy llevé a Lola, mi perra, al parque, estaba feliz, disfrutaba pero la nostalgia de aquellos años a mi, me sumieron en la tristeza como a tanta gente con quienes perdimos lo que supimos ser y que ya no somos.
Carnaval, catarsis, somatización de la vida me dejaron solo, como dice el tango: UN DISFRAZAO SIN CARNAVAL. Desesperado fui corriendo a buscarlo, lo encontré y nos abrazamos bajo una lluvia de papel picado de un tiempo muerto. Se despidió y se fue caminando, ninguneado y anónimo…el rey Momo había perdido su corona.
jc malis