
La conformación de la Corte es importante porque ese tribunal es también la instancia final de defensa de los derechos de las personas. A propósito, debe consignarse que el periodismo está pasando un mal momento en su relación, naturalmente tensa, con el poder. Javier Milei acusó al periodista Jorge Lanata de corrupto, y señaló en un reciente reportaje en un medio norteamericano que el periodismo argentino es” la peor cloaca del mundo”. No hay solución: el Presidente está aferrado a la hipérbole. Lanata es un hombre honesto. No cabe duda de eso después de varias décadas ocupando destacadas funciones periodísticas. El ministro del Interior, Guillermo Francos, señaló, cuando le preguntaron sobre el conflicto con Lanata, que el jefe del Estado tiene derecho a opinar. ¿Quién se lo niega? Nadie. La calumnia es el acto que el Presidente tiene prohibido, sobre todo cuando debe responder a un cuestionamiento periodístico. En la Argentina se ha hecho costumbre, desde la madrugada kirchnerista, la anomalía de que los gobernantes no respondan sobre la crítica o la información que los incrimina; atacan, descalifican y calumnian al periodista que contó la información o que opinó críticamente. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, señaló a su vez que “el Presidente es así”. Vale la pena reiterar lo que es obvio: un presidente de la Nación tiene que ser como debe ser, no como se le ocurre ser. Es extraño, pero Milei no habla del peronismo ni del kirchnerismo ni del radicalismo actual (solo de Raúl Alfonsín); habla del periodismo. Pero, ¿no era eso lo que hacían los Kirchner cuando inauguraron un tiempo en que los únicos enemigos del poder eran los periodistas? La esperanza de un tiempo político más amable y menos beligerante se agotó.