
ELLA.
Ella estaba encendida, ruborizada. Me increpaba con razón. Y le dije pero..me interrumpió y siguió machacando. Bueno calmate! le dije, porque yo: y me volvió a interrumpir con una artillería de recriminaciones; todas justas. Dejame que te diga!..y no quería saber nada. Se le corrieron las lágrimas, tenía rabia. Y arremetió otra vez, y yo traté de serenarla pero no podía. Insistí pero yo..PERO VOS QUÉ ME GRITÓ!. Pero yo..yo ¡te amo!. ¡Yo te quiero!..y ahi se desplomó; me miró a los ojos y me retrucó: Y yo también te amo!. El dulce mate de la tarde, trajo serenidad crepuscular. Cuánto vale escuchar ese…¡TE AMO!.