
Juan Carlos Malís
El Sócrates del aire sanjuanino
Fue jefe de noticias en Colón y era la voz filosófica de la radio. Es periodista, escritor, pero su faceta mística-religiosa es la que pocos conocen. Estuvo fuera del circuito de los “grandes” por mucho tiempo y volvió al podio de la mano de Eiben, en radio La Red. Su historia de dolor como jamás la contó. Por Viviana Pastor.
Por Redacción Tiempo de San Juan19 de marzo de 2014 – 09:12
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Por Viviana Pastor
Lee ademásAtención Prohíben a ciclistas circular en colectora oeste entre El Cerrillo y Media Agua por obras en Ruta 40Segundo round Por la Ley de Financiamiento Universitario, los gremios docentes de San Juan se sumarán a la tercera marcha federalJuan Carlos Malís no era un periodista más, nunca se limitó a recorrer calles, cubrir actos oficiales o leer gacetillas. Él tomaba un hecho de la realidad y le hacía una autopsia completa, iba al hueso, definía y concluía con una retórica convincente. Se involucraba con la situación y con la gente. Para muchos, él era como el Sócrates urbano, el filósofo local.
Cordobés de nacimiento, pero sanjuanino de corazón, llegó a San Juan con 17 años y acá construyó su ágora.
Fue jefe de noticias en Radio Colón, donde trabajó casi 20 años, pero hacía mucho que no se escuchaba su voz en los medios locales, era como se hubiera llamado al ostracismo y casi nadie sabía de él. Pero hace unas semanas volvió a subirse a un caballo ganador y forma parte del equipo de Sergio Eiben en radio La Red.
En el fondo de su casa tiene una habitación donde guarda parte de sus miles de libros y donde trabaja. Es su santuario, no sólo porque está acompañado de los autores que ama ya los que mencionar sería interminable, sino también por una gran imagen de Jesús en estado contemplativo.
“A mí la gente no me considera un periodista, con estos 30 años de profesión creen que soy medio filósofo, medio poeta, creen que soy pastor (ríe). Si tiene una imagen la gente de mí es la del tipo que pudo bajar al nivel de radio la exégesis, la interpretación de lo que es la vida. Yo me levanto pensado, hurgándome sobre qué es la existencia, cuál es el sentido de la vida”, dijo.
Malís es del tipo de persona que habla sin parar, abruma de información, cita permanentemente a filósofos, artistas, escritores de todos los tiempos, y como tiene la biblioteca a mano, los va sacando del estante como prueba irrefutable. Ese cúmulo de conocimientos no se adquiere mágicamente.
Malís se había fijado un objetivo que casi lo deja sin familia, contó. Leía 8 horas por día, se levantaba a las 3 de la mañana y a la radio llegaba a las 5. “Quería batir mi propio récord, era ego eso, una estupidez… pero estaba bien, leía, leía, leía y me acostaba a las 11 de la noche. Con el tiempo te das cuenta de que no sirve eso, además se paga la factura física, el corazón (tiene una operación importante), una hernia de hiato, gastritis, ulcera… no tengo la vitalidad de Pereyra (Mario), no creo ni llegar a la edad de él. Lo mío es sacar todo lo de abajo”.
¿Por qué esa gula de conocimiento? ¿Qué buscaba en realidad? Hay una historia de dolor detrás de esta búsqueda desesperada.
“Mi vida que fue dramática y disparó en mi la vocación de encontrarle sentido a la vida y ahí tuve que ir a la filosofía”. Su padre murió cuando tenía 2 meses de vida y su madre cuando tenía apenas 7 años y ahí comenzó su calvario. Tuvo una vida nómade, de una casa a otra, de unos parientes a otros. “No tuve raíces y así no tenés patrones psicológicos para mirar atrás; y como todo es proyección, cuando tenés hijos te cuesta. Ese bombardeo interior existencial de quedar sin familia, con hermanos desparramados, me hizo preguntarme ¿cuál es el sentido de esto? Ahí pude llegar a la tragedia humana a comprender mejor a la gente. Me aferré a Cristo, me tenía que aferrar a alguien y me aferre a él”, contó.
Tenía 6 años cuando buscó refugio en Jesús, su madre tenía que trabajar y él estaba enfermo, dejó a su hermano mayor y a un primo para que lo cuidaran pero se fueron y lo dejaron solo. Le dio miedo y descolgó una imagen del Sagrado Corazón y lo abrazó fuerte, sólo entonces se tranquilizó.
“Lo voy a decir, ¿por qué lo tengo que negar?, en el curso de mi vida, sobre todo en los últimos 20 años, tengo algunas manifestaciones como de epifanías, son rostros de Dios, de la Virgen y de Cristo que se forman en un placard, en una pared, en un machimbre, es un rostro parecido a ese rostro (el Cristo en el cuadro)… esto es una realidad objetiva, no es que lo veo yo, los ves vos, lo ve cualquiera, se forman solos. Hay gente que lo sabe pero no quiero que confundan esto con un templo”, confesó.
Lejos de creer que es una casualidad, Juan Carlos piensa que es merecedor de esas apariciones, una forma en la que Dios le manifestarle su presencia.
Algunos sacerdotes que vieron las imágenes le dijeron que tienen que ver con él, pero no porque los pueda manifestar con su mente, sino por su fe. “Es la manifestación de que Dios existe, está conmigo y me devuelve todo lo que hizo de mi vida, donde me acarició con dolor que se transforma en amor. La gente lo ve y le cuesta creer como a Santo Tomas. Para mí es lindo, es maravilloso, es una epifanía porque no le pasa a toda la gente, habrá que preguntarle a Dios por qué”.
Como para definir su propia cosmogonía nació el libro “Graduado en el dolor”, publicado en 1999, donde comienza analizando el misterio de la vida y el dolor: “algunos viven antes de morir y otros mueren antes de vivir. ¿Quién lo explica? La teología, la filosofía, la sicología, la sociología… no alcanzan”, dice en sus páginas. La muerte, el desencuentro, el resentimiento, el amor, el odio, la felicidad, el humor, todo bajo el prisma del dolor y con una mirada cristiana.
“Nunca nadie me prohibió que habla de Cristo porque siempre en todo está este tema”, dijo.
Tiempos de radio
Llevaba 4 años trabajando como bancario en el Hispano Corfin cuando éste se fundió y lo echaron. Antes de eso fue empleado de comercio en cicles Bibi. En 1982 lo fue a ver a Lucho Román para trabajar en radio Colón, lo pusieron a prueba y fue el génesis. Había renunciado el decano del periodismo, Emilio Viltes, y Malís les dijo que él podía escribir los editoriales de la radio. Román le dijo con una sonrisa sarcástica: ‘pibe, ese es el último escalón, y vos estás empezando’. Pero Malís escribió y les gustó. Se convirtió en editorialista de entrada.
En 1984 Mario Pereyra y Rony Vargas entraron a Colón y lo sumaron al equipo. “Fue un año tremendo, ahí aprendí de todo, son dos monstruos, dos tipos que mueren en el escenario, no tienen horarios, ¡tienen una vitalidad! Ahí aprendí que si no había noticias había que fabricarlas todos los días en la calle. Cuando se fueron, la radio se cayó anímicamente y en esa ápoca eran tres radios: Colón, Sarmiento y Nacional”.
En 1988 trabajó en radio Sarmiento y junto a Noemí Colombano ganaron el Mercurio de Oro, al año siguiente volvió a Colón y en los ’90 fue Gerente de Noticias. En el 2001 se fue a radio La Voz donde estuvo casi 3 años, después pasó por varios medios y ahí la gente perdió su rastro.
Cuando se fue de La Voz y le costó entrar al sistema otra vez, hizo “periodismo crítico”, trabajó en Canal 13 de Caucete, en la radio Municipal, en Cadena Vida, en radio San Martín y en el 2005 sacó la revista Kriterio, que sigue escribiendo él solo.
“La gente siempre me preguntaba donde estaba, porque me ubicaban siempre en Colón, un día te corrés y no te encuentran más, pero eso lo asumís y lo superás, son las reglas del juego, es parte del sistema. Pero el periodismo lo llevás en la sangre, el día que no hacés nada empezás a pelear con los fantasmas”.
Cuando todas las puertas se le cerraban la depresión lo esperaba. “Este sistema perverso te hace creer que estás muerto y te lo llegas a creer. Empecé a reconocer los errores, no ahorré, viví la vida, me jugué, di lo mejor de mí y empiezan los ‘¿para qué?’. Después baja la polvareda y le encontrás sentido a todo, como dice Hidegger, ‘pensar es ver de lejos’, hoy al verlo de lejos lo entiendo y comprendo un montón de cosas”.
Se le nota que al periodismo lo transpira. “Cuando salía en el móvil hacia 25 notas por mañana, era terrible… pero también me di algunos gustos, lo entrevisté a Julián Marías, a Marta Oyhanarte, traje a Sandro, un tipo muy culto, venía leyendo Argentina del Siglo XXI (de Rodolfo Terragno). Me di el gusto de hacer que mucha gente se reencuentre a través de la radio. El entrevistado que más me conmovió por su sabiduría, cultura y humildad, fue Facundo Cabral. El periodismo te da esas cosas estremecedoras, te mueve el alma”.
Sus aforismos y sentencias son para guardar en la memoria.
¿Frustración? se pregunta a sí mismo y se responde: No pude lograr que ningún periodista que viniera de la Universidad leyera, no lo logré. No pude lograr que ninguno me acompañara, yo llegaba a las 5 de la mañana, redactaba y recién empezaba el programa. Cuando les decía que leyeran 6 horas por día se iban espantados.
Malís tiene tres noveles en la puerta del horno: una historia de la vida real, de violencia de género; otra es una metáfora de lo que somos los argentinos, “eso me obsesiona como a Borges. Julián Marías dice ‘Nosotros queremos ser siempre lo que no somos’, en esa búsqueda tenemos un verbo maravilloso: VIVIR”. La tercera novela es la única de la que nos quiso dar el nombre, “El Retrato”, una historia sobre cómo nos miramos en el espejo.
Sobre el periodismo local
“Los periodistas si no quieren leer es muy difícil que estén estructurados para hablar. Yo puedo hablar con Vargas Llosa o con García Márquez porque los he leído, o con Terragno y debatirle sus obra o con Aguinis (Marcos) y decirle que su libro Pobre patria mía es igual que el último que escribió, porque los he leído. Toda esa estructura intelectual no la tienen, acá no escribe el periodismo, ni un ensayo, ni una novela, ni una investigación. Para poder refutarlo a Lanata (Jorge) que está macaneando, en Argentinos lo trata a Sarmiento de Gunga Din que era un mercenario, si él no es historiador, eso es una historieta, pero tiene que venir y lo tengo que refutar y para eso hay que leer, hay que saber. Hoy todo es más fácil, más cómodo, antes era todo era artesanal”.
La familia
“Siempre la misma mujer, me casé a los 28 años con Elba Chena y tengo tres hijos, uno vive en Ushuaia, Carlitos de 33 años, Gaby tiene 32 y es esteticista; y el más chico, de 21 años, está pensando que va a hacer. A todos les gusta el arte, la estética. Y tengo una nieta de 7 años. Yo llegué a San Juan solo y mi mujer puso todo, los parientes, todo”, bromea.
La política local
“Parece que hubo una conjunción trágica: El accidente del Gobernador, Pascua Lama, la situación de los productores. El Gobernador transformó a la provincia, eso lo he vivido, recordemos lo que era San Juan hace 10 años, él volvió. Ahora parece que en este país todos son peronistas, todo pasa por el peronismo. Acá la gente se aferra a Gioja pero va a tener que delegar, se viene una interna donde están Lima, Uñac, Peto Godoy.
Los radicales… un día Bustelo le hizo nota a Juan Carlos Pugliese y dijo que ‘los radicales en San Juan no se ponen de acuerdo ni para pelearse’, eso es el radicalismo acá. El bloquismo desapareció, yo creo que la muerte no corrige, la muerte de Polito le dio el tiro de gracia, y la Cruzada sin Avelin ya está”.
La sociedad
“Es lamentable el nivel de decadencia de la juventud sanjuanina, no estudian o estudian cualquier cosa, no estudian ingeniería que es lo que es país necesita, porque no quieren estudiar matemática, no quieren laburar, y están subsidiados, yo crecí como un indio pero subsidiado no. No creo en el pesimismo ni en el optimismo, es la realidad, es como se ve.
Estamos pasando por una sociedad muy chata, hay mucha mediocridad, no estamos en el Mayo Francés del ’68. Estamos muy alejados de la fuente, la vida no vale nada, te matan por cualquier cosa, la inseguridad es el problema de los argentinos”.