
Anatomía de un quilombo
Semana difícil para el gobierno, para la oposición y para los que laburamos y pagamos impuestos.
Máximo Kirchner bajó a apurar a Martín Menem cuando se levantaba la sesión.
Ú

Antes que nada, vaya una humilde propuesta viendo la confusión en la que han caído muchos de nuestros pequeños dirigentes de aldea.
Considerando las dificultades que quedaron expuestas esta semana, la falta de obra pública evidenciada en el desastre de Bahia Blanca, los reclamos por la ausencia del Estado y la miseria que cobran nuestros jubilados, es evidente que hay que pensar en una alternativa política más novedosa.
Posiblemente haya llegado el momento, tantas veces postergado, de que el kirchnerismo tenga la oportunidad de gobernar el país de una buena vez. Aunque sea un par de añitos, nomás. Ya sea a través del nuevo líder que acaba de surgir en la Provincia de Buenos Aires Axel Kicillof o de su histórica adversaria Cristina Fernández. El kirchnerismo en el poder es algo que, como sociedad, nos debemos.
El que expresó esta idea con más convicción fue Juan Grabois quien este jueves propuso terminar con el gobierno y hacer todo lo posible para que Milei caiga. Tiene razón. El tipo siempre fue un visionario, como cuando dijo “ni en pedo vamos a votar a este sinvergüenza, vendepatria y cagador de Massa… no hay forma…” (posta, lo dijo el 22/4/2023).
En realidad, parece que hubo forma porque lo terminó militando y votando con el upite cerrado, pero de alguna manera vió el futuro porque al final ganó Milei. Si ahora el plan es derrocar a Javi, Grabois podría aprovechar que reapareció Mario Eduardo Firmenich, otro visionario exitoso, y pensar juntos alguna estrategia. Ahí hay un tufillo en común.
Dicho todo esto, vayamos a lo importante.
Actualicemos los datos sobre el apasionante debate que provocó el tema de las criptomonedas. Como venimos señalando hace semanas, asistimos a una disputa entre quienes creen que el gobierno ingenuamente cayó en una trampa, o sea el equipo de “son boludos”, y quienes piensan que el triángulo de hierro está prendido en el choreo y son cómplices, es decir el equipo de “son corruptos”.
Ya explicamos que “son boludos” tuvo un arranque arrollador y llegó a ponerse 4 a 0, pero a medida que fueron apareciendo pruebas, fotos y testimonios, el equipo de “son corruptos” tuvo una remontada heroica y se lo terminó empatando 4 a 4. Partidazo.
En el alargue, el técnico de “son corruptos” metió algunos cambios, por ejemplo entró Lilita, pero no logró desequilibrar. Ya nos íbamos a los penales cuando, en un último intento, “son corruptos” movió otra vez el banco y metió en la cancha a otro comunista: Carlos Pagni, un goleador que se hizo famoso en el calcio italiano al lado de grandes como Bonucci, Schillaci, Carnesecci, Panucci, Angélicci è Sholi.
A minutos del final, en un corner pasado, Pagni metió un cabezazo limpio al segundo palo denunciando que una mujer vinculada con el gobierno había llegado al país en un vuelo privado con un montón de valijas y que la Aduana habría recibido la orden de arriba de no revisar el equipaje. Una especie de Antonini Wilson, pero mucho más viva porque a esta mina no se las abrieron.
Con semejante dato, ante la desazón de “son boludos”, los muchachos de “son corruptos” habían logrado dar vuelta el partido: 5 a 4. Si bien todavía falta que el VAR revise la jugada, todo indicaría que sería válida. En eso estábamos cuando empezaron los incidentes y el partido se suspendió.
Otra vez la vergüenza en las calles, de nuevo la historia de siempre. O sea, un reclamo justo de los jubilados en una marcha de organizaciones de izquierda, con muchos kirchneristas, tipos con la cara tapada tirando piedras, gases lacrimógenos por todos lados, servicios de inteligencia y algunos jubilados infiltrados. Hubo, eso si, una novedad colorida: convocaron barrabravas con las camisetas de sus clubes.
Sin ir más lejos, el conocido Padre Paco fue a la marcha con la camiseta de Boca y lo sacudieron a palos. Yo que él me hubiera puesto la sotana y me ahorraba la paliza, pero obviamente cada uno se viste como quiere.
Esto era lo que ocurría afuera del Congreso. Nada nuevo. Desde las vidrieras de Modart para acá, lo vimos mil veces.
Párrafo aparte: pocos legisladores, pocos ministros, poco presidentes y pocos expresidentes saben de que hablamos cuando hablamos de las vidrieras de Modart. Ahí también está el problema. Si supieran algo de historia política nos iría un poco mejor.
Mientras tanto, adentro del Congreso pasaban cosas más divertidas. Veamos.
El kirchnerismo quiere a toda costa impulsar el juicio político del presidente porque aparentemente, en el partido entre “son boludos” y “son corruptos”, apostaron online a favor de “son corruptos” y se jugaron parte del canuto de Hotesur.
Para eso necesitaban que se definiera la presidencia de la Comisión de Asuntos Constitucionales, que es donde se tramitan los pedidos de juicio político. En ese cargo ya había sido elegida Marcela Pagano de LLA pero después Karina se arrepintió y la dió de baja. Ya sabemos como es la Jefa.
Ese mismo día, todos los bloques de diputados habían acordado tratar la ayuda a Bahia Blanca, desde el gobierno hasta el kirchnerismo pasando por el PRO y la UCR. Todos de acuerdo, en consenso, en armonía, sin agravios, como si fueran dirigentes adultos y responsables. Todo demasiado comunista para un paladar libertario.
En un momento, LLA decidió romper el acuerdo porque se avivaron de que los kirchneristas querían aprovechar el quórum y derogar las facultades delegadas al presidente. Había 130 diputados sentados, o sea uno más de los necesarios para el quórum, incluída Pagano que quería ser confirmada como presidenta de la comisión.
Cuando los k intentaron imponer su agenda se armó un revuelo, el diputado Zago ex LLA se paró de su banca para pegarle a otro, hubo un tumulto y en el momento en que el cartel indicaba que había 128 diputados sentados, o sea uno menos de los necesarios para el quórum, el presidente Martín Menem levantó rápidamente la sesión ante la indignación del kirchnerismo. Los kirchneristas se olvidaron de que Martín Menem, mucho antes que libertario, es menemista. Igual que ellos.
Recordemos que su tío Carlos aprobó la privatización de Gas del Estado en 1992 sentando en la banca a un ordenanza del Congreso. Eso fue bautizado como “el diputrucho”. En esa época los kirchneristas aplaudían porque todavía no eran kirchneristas, eran todos menemistas. El paso del tiempo produce tantos estragos como milagros.
Lilia Lemoine la patoteó a Marcela Pagano porque seguía en su banca pese a que el oficialismo quería que se levantara. Lemoine viene a ser la Norma Kennedy de LLA.
Este comentario está puesto a propósito para que los dirigentes googleen algo de la historia política. Apuesto a que la mayoría de nuestra casta desconoce por completo quien fue Norma Kennedy. Empezando por Kicillof, Lousteau, los dos Milei, los dos Caputo, los dos Macri y los dos Kirchner (Ella y el nene). En realidad, creo que Cristina Kirchner debe saberlo, pero es una de las pocas cosas que sabe.
Tal vez Pichetto sea el único que sepa ambas cosas, quien fue Norma Kennedy y que pasó con las vidrieras de Modart.
Así estamos. Esta semana se define el partido entre “son boludos” y “son corruptos” y el miércoles se juega la revancha de la marcha en la Plaza del Congreso.
El campeonato está que arde.
