
Nadie llega a fondo del espanto, del panico, de la adrenalina como si viniésemos disparando de una jauria, como los sanjuaninos. Sabemos que la tierra está caliente, que la placa tectónica se asienta y las vibraciones son tan fuertes y dispersas al liberar esa energías de la madre tierra, que suben a la superficie y nos despierta de esa modorra que sentimos ante el sol que nos desangra. Vivimos y morimos entre temblores y terremotos, que no tienen solución porque estamos encima del círculo de fuego o anillo cordillerano que cicunvala el planeta.
Qué es un temblor?..es algo inefable no se puede explicar con palabras. en este caso la palabra encubre al sentimiento de pánico que se nos presenta en forma anárquica, aparece cuando quiere; no se puede pronosticar, tampoco prevenir. Es cierto se hacen obras, San Juan está bien estructurado pero todos los que sobreviven recuerdan el terremoto del 44, el del 77 o el que sentimos cuando se manifestó en Media Agua. Este teblor de las 7 hs 59 minutos de 5,7 grados y a casi 150 kilómetros de profundidad, nos demuestra lo vulnerables que somos cuando queremos competir con la naturaleza o le damos la espalda a las fuentes de la vida a través del engreimiento humano con la inteligencia artificial. Se explica una vez consumado, pero no se puede prevenir y ver nuevamente los títulos de los diarios luego del terremoto de 1944 con San Juan por el suelo, nos detiene en la tragedia de que nada podemos hacer y que ante estas polvaredas de espanto no existe el “nunca más”.
Cuando sucede este fenómeno telúrico todos, pero todos los sanjuaninos somos un solo ser. Una sola persona, una sola mujer, un solo hombre. La adrenalina ese chispazo orgánico que nos hace saltar para arriba, describe nuestra última defensa ante la supervivencia: hemos sentido profundamente el vértigo ante el posible abismo. Son segundos generalmente o minutos o días con réplicas, entonces nos aferramos entre personas, a las veredas, a salir corriendo fuera de donde haya techos, pero hay cables y nos damos cuenta que el terremoto lo llevamos adentro. En ese tiempo de pánico que es como un suspiro eterno, se nos acelera el corazón, escuchamos el griterío, corremos hacia ningun lado porque ningun lado es seguro, nos exita más escuchar los aullidos y nos enfrentamos a la gran incógnita porque nos damos cuenta que ante el señorío vanidoso de la civilización estamos más atrasados que los animales. El loro se revuelve entre sus plumas, los perros ladran , los caballos estan inquietos…¿ porque ellos nunca se alejan de la tierra, la conocen, la aman la cuidan y nos cuidan. Es ese suplicio o estallido que provoca la caída del toallón de la vanidad y quedamos solos y desnudos ante la cuenta de que somos fatalmente vulnerables. Pánico, vértigo, mareo, clamor, espanto, muchos otrora se arrojaban desde los balcones apurando lo que creían inexorable. Rezamos, hacemos promesas, nos abrazamos..nos unificamos y sentimos la adrenalina que nos transpira la nuca.
Jamás pediremos lástima ni siquiera compasión salvo una catástrofe, pero los Argentinos que no viven en esta provincia, que tienen inundaciones, incendios, ciclones y todos los fenómenos, como decía alguien pisamos una baldoza floja y nos salpica…es la tierra enojada que nos escupe. Pero nadie sabe o puede ponerse en nuestro lugar cuando a las 19 y 59 minutos se nos subió la agitada existencia hasta la garganta, para clamar…¡ya pasó…ya pasó!..pero alguien contradice…¡no pasa..no pasa!. Mas serenos hemos vuelto a ser nosotros mismos para caer en la cuenta de que toda esta enigmática existencia no cuesta nada, pero vale un montón.
Creemos que la nada no existe porque al hablar de nada ya la estamos convirtiendo en algo, pero esos momentos cuando se produce el sacudón…cuando nos acaricia la mano negra de un posible final, cuando el corazón se acelera, gruñe y protesta, cuando esperamos que pase y no pasa….ese interregno..sería lo más parecido a la nada. domingo día de la madre…casi 20 horas..San Juan..CASI NADA..CASI TODO.
JCM
