
Los 90: el día que Carlos Menem echó a Zulema Yoma de la residencia presidencial de Olivos
En junio de 1990 estalló el conflicto familiar, en una disputa ventilada a la luz pública; el jefe de la Casa Militar, brigadier Andrés Antonietti, encabezó un operativo para impedir el ingreso de la primera dama
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21 de mayo de 202400:01

LA NACION

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Con el presidente Carlos Saúl Menem en el estadio Giuseppe Meazza, en Milán, el seleccionado argentino de fútbol perdió con Camerún en la apertura del Mundial 1990, en Italia. Cuatro días después, el propio mandatario enfrentaba una disputa en su regreso a la Argentina. Previendo un desenlace complicado, ordenó al entonces jefe de la Casa Militar y hombre de su estrecha confianza, el brigadier Andrés Antonietti, la ejecución de un operativo: impedir el ingreso de su esposa, Zulema Fátima Yoma, a la residencia de Olivos.
Fue el martes 12 de junio de 1990 y la noticia ocupó las primeras planas. Para darle un respaldo legal a la jugada con que esperaba contrarrestar el conflicto conyugal, el presidente riojano dictó el decreto 1026/90, por el cual estableció que el acceso, la permanencia y el uso de las instalaciones de la residencia presidencial de Olivos solo podía llevarse adelante “en la forma y con las modalidades que disponga el titular del Poder Ejecutivo Nacional por intermedio de la Casa Militar”. Una disputa que llegaba en tiempos de crisis para la Argentina, con una inflación del 13,9% mensual. Dos meses antes había superado el 90 por ciento.
La ejecución de la orden fue encomendada al brigadier Antonietti, un militar de plena confianza del Presidente, que luego fue por un tiempo jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, secretario de Seguridad Interior y embajador en el Uruguay.
La ruptura conyugal tuvo una fuerte repercusión política y se dio luego de que la mujer del Presidente usara la residencia oficial para denunciar –en un asado con 60 periodistas nacionales y extranjeros- que su esposo estaba rodeado de “funcionarios corruptos”.

Zulema Yoma describió un tembladeral, cuando Menem llevaba menos de un año en el poder. “Hay funcionarios que cobran las audiencias del Jefe de Estado y ellos son los que quieren romper mi matrimonio”, advirtió. Y arriesgó definiciones políticas: “Ningún plan económico puede dar resultado cuando la base está podrida”, como reflejaron los medios de la época.
Menem tenía 59 años y había emprendido un viaje de dos semanas, que lo llevó a Asunción –para asistir a una reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA)-, Kenia, Malasia, Tahití y, finalmente, la inauguración del Mundial de Italia. En los días anteriores al debut de la selección, se organizó un encuentro con la prensa para que el Presidente le entregara a Diego Maradona un pasaporte que lo acreditaba como “embajador deportivo de la Argentina”. Un periodista de Il Giornale se animó a preguntarle:
—Señor Presidente, ¿es cierto lo que informó hoy un cable de una agencia privada, en el sentido de que dio la orden de que su esposa fuera desalojada esta misma noche?
-Si usted me cuenta cómo anda con su esposa yo le digo como me va con la mía.
Vestido con un elegante traje verde claro, Menem contestó con una sonrisa. Y desestimó, también, preguntas sobre la crisis económica que envolvía a la Argentina: “No sé de qué crisis me habla”, dijo, a metros del embajador argentino en Italia, Carlos Ruckauf, y el secretario de Deportes, Fernando Galmarini.
Durante la ausencia del Presidente, la Primera Dama defendió su espacio en Olivos y reivindicó a sus colaboradores inmediatos -Antonio Palermo y Jorge Mazzucchellli-, que tenían restringido el acceso a la residencia. “Los corren porque no cobran las audiencias del Presidente, como algunos funcionarios”, espetó.
El gobierno de Menem intentaba frenar el avance de las disputas en los medios y dio vía libre al decreto presidencial, defendido por el secretario de Legal y Técnica, el riojano Raúl Granillo Ocampo. Explicó que el decreto implicaba que la quinta presidencial fuera “el asentamiento normal de residencia del Presidente y, dada la situación personal de la pareja, la señora de Menem tenía que abandonarla”.
Así, quedaba “vedado” el acceso a Olivos a la señora de Menem, quien se había retirado la noche anterior por “voluntad propia, sin que se hubieran ejercido presiones”, según palabras del funcionario.

En los considerandos del decreto 1026/90, incluso, se mencionaban las disposiciones testamentarias del señor Carlos Villate y Olaguer, donante de la residencia. Se manifestaba que “según la expresa voluntad del testador, dicho inmueble se legó al gobierno nacional para que sea asiento o residencia veraniega del Poder Ejecutivo”.
“Para salvaguardar ese destino y mantener sin desviación alguna el propósito de la manda –prosigue el texto oficial-, estímase oportuno y necesario garantizar que no se altere y desnaturalice la finalidad tenida en mira por el testador mediante la adopción de las medidas tendientes a tal fin”.
Los orígenes
Carlos Saúl Menem y Zulema Yoma nacieron en La Rioja: el dos veces presidente en Anillaco, en 1930, y su esposa en Nonogasta, en 1942. Pero se conocieron a más de 12.000 kilómetros de distancia, en Damasco, la capital de Siria.
Después de las tres gobernaciones de su esposo en la provincia de La Rioja, Zulema estaba familiarizada con la política y se había declarado admiradora de Margaret Thatcher, Nancy Reagan y Eva Perón.
Tres de sus hermanos ocupaban cargos en la administración nacional del entonces líder peronista. Emir Fuad Yoma era asesor presidencial y compartía el espacio conocido como “la minicarpa”, con Miguel Ángel Vicco y Ramón Hernández, los secretarios privados del mandatario riojano. Alfredo Karim Yoma fue subsecretario de Asuntos Especiales de la Cancillería, y Amalia Beatriz Yoma, conocida como Amira y la menor de la familia, era la estratégica directora de Audiencias de la Casa Rosada.
Otra hermana, Delia Yoma, era secretaria privada de Zulema, y Leila trabajaba como empleada en la embajada de Siria en Buenos Aires. En tanto, Naim y Omar Yoma conducían la empresa familiar Curtiembres Yoma. Una familia con fuertes influencias en las terminales cercanas al poder.

El desalojo
A las dos de la tarde del 12 de junio, Zulema Yoma intentó ingresar a la quinta de Olivos con sus hijos Carlos Facundo y Zulema María Eva, y con sus asesores Palermo y Mazzucchelli, por la entrada de la calle Villate, pero se le negó el acceso. El brigadier Antonietti, como jefe de la Casa Militar, fue el encargado de hacer cumplir la orden del jefe de Estado. “Nos echó el Presidente”, se escuchó decir cerca de Carlos Menem Jr.
Zulema Yoma pidió a un escribano que labrara un acta para dejar constancia de la imposibilidad de ingresar a la residencia, restricción que no alcanzaba a sus hijos. Se retiró al domicilio familiar de Posadas 1540, en el barrio de Recoleta, y más tarde le envió un telegrama de intimación al Presidente, con quien había contraído matrimonio el 7 de septiembre de 1966 en una ceremonia religiosa por el rito musulmán, en Constitución.
Por la mañana de ese martes 12 de junio no habían podido ingresar a Olivos unos veinte colaboradores de la Primera Dama, que eran empleados de la Presidencia de la Nación. En medio de la confusión, gritos y forcejeos, la señora Zulema y su comitiva se dirigieron al destacamento policial ubicado a metros del portón de la Avenida del Libertador, pero tampoco se les permitió el ingreso.
Por la noche, lejos de calmar los ánimos, el hijo del presidente Menem estuvo en el programa de TV “Tiempo nuevo”, que conducía el periodista Bernardo Neustadt, y denunció que la residencia estaba “custodiada por un regimiento”.
A todo esto, el Presidente ya había regresado de Italia y se encontró con otro conflicto interno, por un reclamo salarial de los militares, que estuvo a punto de provocar la caída del entonces jefe del Ejército, general de división Martín Bonnet, lo que el mandatario riojano evitó sin mayores contratiempos. La disputa familiar fue más ruidosa y mediática que la amenaza castrense.
