
Las artistas proponen una nueva erótica
Al calor de la última ola feminista, artistas de varias generaciones se lanzan a representar la energía sexual con un imaginario audaz y propio.
La vergüenza. Las pinturas de Cynthia Cohen están inspiradas en películas eróticas de los 70 y 80; en todas las escenas ellas tienen el control.
›
Al calor de la última marea feminista, artistas de varias generaciones retoman la conversación con obras cargadas de energía libidinal y preguntas. De trayectorias diversas, unas más consagradas y otras más emergentes, ellas son Cynthia Cohen, Mabel, Paloma Klenik y Fantasy Dinasty. Participan también de los diálogos, que van del arte a los debates en estos tiempos agitados, las curadoras Larisa Zmud y Delfina Bustamante.
En Tender, una obra de Klenik, el cielo color fantasía cae sobre la periferia urbana en una noche de verano. Cuelgan en la escena bombachas y corpiños que tienen rostros; sus ojos delatan complicidad. Estas lencerías se miran entre ellas mientras nadie más lo hace. La misma artista también pintó Después de medianoche. Esta segunda podría ser su propia versión de Cenicienta, donde más que a una princesa de Disney, la protagonista –de piel violeta, siliconas, caída de la carroza patas para arriba– se parece a las que en esos relatos tienen el papel de brujas.Tras las rejas. Silueta de Paloma Klenik.
Las figuras femeninas de estos óleos fuman y se miran al espejo tratando de entenderse, pero en su defecto, se proyectan en él transfiguradas o abstractas. Una de ellas es, en otro de los cuadros, mitad zorra y mitad humana, y espera el colectivo en otra noche fresca sobre tacones altos y con shorts ajustados. En otro lienzo, unos besos de mujeres se integran al paisaje de un atardecer que arde. Una paloma observa al espectador con un anhelo tierno, insistente, caprichoso. Todas parecen estar buscando algo, emprender la seducción.
Dramáticas y sensuales, estas figuras se escabullen en la noche, observan hambrientas detrás de las rejas. Se entregan a sus deseos sin restricciones. Trasnochan tanto afuera como dentro de sus casas y, a veces, con la psiquis desbordada. Pero algo deja intuir que, no por eso, obedecen a algún tipo de expectativa de cómo deben ser.Obra de la serie “Fui”, de Mabel.
“Se erotizan consigo mismas, y es un erotismo que se dirige específicamente hacia feminidades, que no está sirviendo a una visión masculina. Se ve en los elementos de la moda, en los tacos y la ropa hermosa que usan, algo que tienden a apreciar las mujeres”, apunta la pintora Paloma Klenik. Hacia el final de la noche –o el comienzo del día– en las escenas, algo desfachatado se manifiesta en el desorden, el maquillaje corrido y el humo. En el final del cigarrillo que se desintegra entre sus dedos.Mabel. Recorre las artes plásticas y la música.
Fantasy Dinasty es el nombre drag de Carolina Cacciagioni, artista visual y musical nacida en Ensenada, Provincia de Buenos Aires. Las esculturas de sus series “Too much” y “Too much more”, son zapatos gigantes bordados con plumas, corazones de micropeluche animal print, y hasta garabatos de glitter que hacen de sus autógrafos. El rosa nunca está de más en su universo, y la voz con la que canta es sensual y suave. Inocente y blanda.
Sus piezas podrían encarnar la contradicción: en ellas se hacen cuerpo preguntas alrededor de la naturaleza de lo femenino. Llevan a pensar cuál es el límite que separa lo impuesto de lo real en relación con estos elementos. ¿Y qué si en lo que me fue impuesto, al final, un poco me encuentro? ¿Cuánto de verdad hay en la pick me girl? ¿Ser sexy me vuelve desechable? ¿Cómo jugar, en tiempos de agitado vaivén ideológico, al juego del deseo? ¿Y si el juego está implícitamente normado, también es nuestra culpa?Espíritu retro. Las pinturas de Cohen la remiten a su infancia.
“Es una cuestión de decisión”, asegura Cacciagioni. “Yo elijo tomar estos elementos y texturas de la ornamentación que muchas veces son criticados y cuestionados. En ciertos ámbitos del mundo del arte, incluso, sentimos que para encajar debemos jurar delicadas, con el clean look de la chica que se porta bien. Hay algo de la sobriedad y el buen gusto que contrasta con esta estética del exceso y el glamour. Las mujeres muchas veces somos las dos”, arremete. Poderosa en su encanto, esta diva a tiempo completo participa de la charla mientras se prueba distintos conjuntos excéntricos de ropa que combinan con sus creaciones. La persona, el personaje y la obra son por momentos indistinguibles.
“Hay algo de pasar el límite que un poco expone esa doble moral de la sociedad: tenés que querer ser femenina, pero no te pongas el leopardo con las plumas porque vas a ser un mamarracho. El exceso de una feminización es llevado a un lugar abyecto”, refuerza Delfina Bustamante, curadora que trabaja con Carolina y Paloma en su galería Hipopoety.Cynthia Cohen. En su taller de Buenos Aires.
Las obras se inscriben en un artivismo a veces más y otras menos directo. El trasfondo de sus críticas es, ahora, la embestida explícita del gobierno de Javier Milei a las leyes instrumentales de las políticas de género. En junio de 2024 se anunció el cierre de la Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género, entidad a la que había quedado reducido el ex Ministerio de la Mujeres.
Se argumentó “la reducción del gasto público”, cuando en verdad esa subsecretaría representaba apenas el 0,14% del total de la administración pública. Igualmente neutralizada quedó la línea 144 de asistencia a las víctimas de violencia de género, que pasó a ser “de atención a personas en situación de violencia y riesgo”, con una formulación inespecífica. Es difícil no ver estas medidas como un franco retroceso. Todo ello en un país donde se registra un femicidio cada 28 horas.Roles. “En el filo de la prohibición y el deber, habitan los cuerpos”.
Militancia y brillo glam
La artista trans Mabel tiene una serie de cuadros que se llama “Las que fui y las que pude haber sido”, que son huellas precisas y perfectas de sus maquillajes drag sobre toallitas desmaquillantes. Para su obra Bat mitzvah, arrastró labios y mejillas pintadas como poemas visuales sobre una pequeña torá, a modo de relectura del fragmento que debió leer cuando hizo su bar mitzvah antes de transicionar. Con obras performáticas, cuestionó el pink -washing de los medios de comunicación y homenajeó a la rebelión en Stonewall contra las redadas policiales. “Estas conversaciones que estamos teniendo no son conversaciones públicas que esté teniendo el país en función de la construcción de la sociedad. Las mujeres y minorías quedamos del otro lado, del contrahegemónico. Si ya quedamos enfrente, peleemos, discutamos. La obra debe decir cosas, no solo ser linda”, convoca.
“Se está instalando un discurso que tiene que ver con la primacía de los hombres y de la subjetividad masculina, cierto despecho y odio hacia las mujeres como una respuesta a la lucha por nuestros derechos”, rotula Bustamante.Telón de terciopelo. Las obras tienen un original dispositivo de exhibición.
Goce femenino al frente
En septiembre de 2024, Cynthia Cohen presentó La Vergüenza en la galería Dot Fiftyone de Miami. Una exposición de pinturas cubiertas por cortinas de terciopelo rojo que remitían a sillones de prostíbulos, butacas de cine o teatro. Había que correrlas para ingresar a un estrecho espacio que enfrentaba de cerca al visitante con una serie de escenas. Estas fueron inspiradas en películas eróticas de los años 70 y 80, en las cuales la mujer era representada vulnerable y desnuda, a gusto de hombres vestidos y en posición de control.
“Algo que me impactó, en el buen sentido de haber revisado esas películas ridículamente actuadas de la época, es que hoy ves en sitios porno caseros cómo el protagonismo lo tiene la eyaculación femenina y su goce. La satisfacción femenina es plena y muchas veces sin siquiera la intervención de un hombre”, subraya Cohen, que contó con Laura Isola como curadora. “La pulsión del deseo en la mujer para mí es fuertísima, somos capaces de morir si no queremos tener un hijo. Ese es un lugar que a los hombres les da miedo, que corre a la mujer del lugar vulnerable”, se explaya.Fantasy Dinasty. Junto a sus grandes peluches.
Algunos de estos óleos invierten los roles en relación a esos filmes: los hombres están al servicio de ellas. El goce femenino está presente, sin embargo, en ambas circunstancias. En palabras de la curadora marplatense Larisa Zmud, encargada del texto de sala de esa muestra, estas piezas “exploran la ambivalencia de las contemplaciones que normaron nuestras maneras de ser y hacer sexual. En ese filo de la prohibición y el deber, habitan los cuerpos femeninos”. En un sentido parecido, Agnés Varda hablaba de la “extraña contradicción” que se vive en el sexo de la mujer: un cuerpo que es al mismo tiempo fuente de placer, amor e hijos.
Por su parte, Zmud, además de curadora de arte, es quien dirige un comedor gourmet que alimenta a más de 100 familias en Villa Fiorito, iniciativa del colectivo feminista Belleza y Felicidad Fiorito. Este funciona como escuela de arte para mujeres y menores, buscando “habilitar espacios de acceso al placer donde está prohibido, porque es juzgado y más en las mujeres”, señala. “En ese contexto las mujeres son la minoría mayoritaria que sufre violencia machista. Cuando la gente ve a un pobre con zapatillas buenas, juzgan: ‘en eso se gastó su plata’. Hay algo de infantilizar al pobre, y doble infantilizar a la mujer pobre”.

Hacia el final del diálogo, la activista marplatense cita un fragmento de El Calibán y la bruja, obra clave de la filósofa ítalo-estadounidense Silvia Federici: “Fue posible la conquista imperial y capitalista del mundo, desencantándolo. Hay algo del feminismo que tiene que ver con recuperar la magia”.
