
Don José Luis Gioja, no desaprovechó el debate sobre la transformación para erigirse en el nuevo profeta de una secta que devastó a la Argentina. Con causas pendientes en la justicia, no afloja y elevó a través de sus epígonos el eslogan: LA ARGENTINA NO SE VENDE!!!!
Ahí lo tienen, tal cual, con su báculo (bastón que sirve de guía o para apoyarse en los demás) va marcando su ciclo que dejan huella: negocios con el estado, tres gestiones como gobernador, aprobó todas las leyes de la venta de las joyas de la abuela, con el avión presidencial en la era Menem recorrió casi todo el mundo, quedan impunes las coimas del senado, el caso del seguro de los empleados públicos, las coimas con el mantenimiento de los aviones estacionados en las chacritas, y la venta por monedas a través de las leyes sobre el oro y los recursos minerales de la cordillera.
Esclavo de Cristina Fernández y patrón de todos los que recibieron dádivas, traducidas principalmente en cargos, canonjías; es el gobernador que utilizó el látigo de la censura para callar a los pocos periodistas que se animaron a enfrentarlo y le sacó a los Kirchner: estadio que es chico, diques que no tienen agua, Centro cívico sobrevaluado; un duracell, quería ser gobernador para siempre.
Ahí lo tienen envolviéndose en la bandera y cantando la marcha peronista. La imagen es icónica, se parece a Moises delante de su pueblo, hacia la tierra prometida, que no podrá ver y que tiene un obstáculo insalvable; antes de alcanzarla deberá sortear el río Aqueronte: terrible, patético, perplejo. La patria no se vende, le agregaría Groucho Marx…..según cuánto $$$$$.