PERDON !

PERDONAME!!!!!

En plena fiesta, no me había planchado la camisa que le había pedido. Y de repente, todos se quedaron paralizados, cuando desde la puerta empecé a insultar. Estaba desaforado..¡cuántas cosas le grité!…y nadie atinó a callarme, a serenarme..mi viejo ya no vivía con nosotros..fue el gran ausente para que me hiciera callar, me pegara una piña. Después me contaron que mi rostro desencajado se había transformado y todo por una camisa!. Esa noche decidí irme de la casa..ella lloraba sin consuelo y ese llanto me enardecía más..tomé los bolsos no miré hacia atrás y me fui a los portazos. No le escribí ni me comuniqué..juré que no lo haría…con los años me di cuenta que estaba enojado conmigo mismo..estaba enojado con la vida. Fueron cinco años de exilio. Alguien le dio mi dirección, me llegaban cartas que yo ni las leía, las rompía, las tiraba al fuego. Un día un amigo me quiso hacer recapacitar, no lo dejé terminar, lo corté en seco..me levanté de la mesa del café y me fui.

Anduve vagando, habían pasado cinco años, hasta que un día el mismo vendaval de furia que me arrancó me devolvió con una brisa suave de remordimiento, como si los dioses de la ironía me hubieran vomitado como Ulises en la playa. Esperé hasta la noche, tenía vergüenza que me viera la cara de día; la casa estaba igual, El zaguán, la puerta cancel, traía los mismos bolsos, pero vacíos de todo. Fui a golpear la puerta, pero titubee ..intenté con la derecha y mis nudillos no llegaban hacia la puerta…lo hice con la izquierda y no había caso. Respiré hondo, el corazón galopaba, me faltaba el aire..debo haber tenido un ataque de pánico.

El silencio me maltrataba el alma. Me puse a rezar y a trasluz saqué la lista que había escrito para repasar lo que tenía que leer:

Mis ojos enjugados no me dejaban ver bien lo que había escrito….decía algo más o menos así: la camisa del escándalo la tiré al mar…nunca más me olvidé de la comida que me dejabas preparada todas las noches, con tanta pulcritud, ahh como me dolían mis regaños, mis quejas cuando no encontraba mis cosas en el lugar que yo mismo había desordenado. Y aquel estallido de bronca que era miedo cuando te encontré en la cama enferma y con el médico. Creía que no tenías derecho a enfermarte. El infaltable desayuno que me traías a la cama. Mi descortesía ante tus cumpleaños anónimos. Aquella novia que tanto te gustaba y que yo despectivamente te contestaba…bueno ud no se meta en mi vida!. Y la cama, tendida, la ropa, perfumada, planchada, tan prolijita, el pan calentito de la mañana..yo el primero, siempre el primero, yo el señor, yo el único. Nunca faltaba el jabón, la toalla, los perfumes, el calefón a la temperatura justa, la que me gustaba. Ya no estaba enojado con la vida..te venía a pedir perdón. Alguien me dijo, aunque no hace falta, un buen hijo pide perdón a la madre.

Me decidí, empecé a golpear pero no abrían. Esperé..hasta que me di cuenta que había perdido el valor..ya no podría mirarte a los ojos. Y me fui…castigándome para siempre porque atrás dejaba la última oportunidad de sacarme de encima..esta culpa que hoy es mi cruz.

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